viernes, 20 de enero de 2012

Pan-de-hada (poema)





Eres las partes que de los sueños no se cumplen,
la vacuidad de los deseos que se pierden
hacia el infinito destructivo, en el olvido,
la silueta parecida al viento, doblada al cubo,
la tenaz gota de lluvia que se desploma sobre el pavimento,
la que en pedazos descanza, abatida y descuidada;
pobre planta, anémica, pálida, sin verdades;
azotada, destrozada, olvidada, despreciada,
pagas con sonrisas cada ostia recibida,
es papel de cera el lienzo de tu piel,
incendiaria, apócrifa moneda devaluada,
manchada, mancillada, siete veces,
trece calles, quince años, cuatrocientas voces,
dos mil blasfemias, un billón de estrellas,
y tú, que sollozas entre sábanas de nylon,
que ves desde la inocente ceguera del miedo,
aplastada, desmoronada y sin esperanza
te inclinas hacia delante y, bajo tus rodillas,
caen los cielos y mis deseos, mi sudor frío,
mi aliento paralítico, mi pánico en tus ojos,
mi saliva coagulada por tu angustiosa ausencia,
tiemblo entre tus brazos y tu fuerza desgastada,
y flaquea mi voluntad, fregada, chingada,
jodida, fornicada por los perros,
arrastrada en el asfalto, censurada,
 como tus pechos asediados bajo insectos,
con el pubis cerrado tras prejuicios;
te veo arrastrar la gloria de sodoma,
ser aniquilada por la mano santa y destructora,
del egoista ser que te vio crecer torcida,
saliste del horno de los celos y la envidia,
y fuiste vendida en los mercados de la soberbia.
¿Qué queda de ella?, ¿que de ella queda?
un toque siniestro, un matiz doloroso,
una mirada tenebrosa, manos de aluminio,
cabello de cristal líquido, polvo de nubes,
raíces de pobres consuelos, y desconsuelos,
un éxtasis, un breve silencio de orquestas,
la última nota que ha de tocarse en este mundo,
grandes fantasías, inquietentes fantasías,
mundos que colapsan, rodillas contra craneos,
los labios que tocan a penas la manzana,
un banquete de aire, azucar y vinagre,
alcohol derramado en la alfombra,
cenizas de marihuana sobre la cama,
un voto por el futuro, que nunca llega,
¿quién es? la curva más perfecta,
¿que quiere? nada más que no se olvide;
la tierna compañía de una niña abrasada,
la que escribe con su sangre, la que llora humo,
el alimento de los dioses, nectar virginal,
ambrosía carnal, debilidad, placer, dolor,
ciclos que se rompen, letras sin escribirse,
flechas romas, plumas sin tintero,
navaja bajo la manga, alegría oculta,
nieve de agosto, cruz de aceite y mirra,
te vi en la hoguera y fluir con los ríos,
ignorada, encerrada, especulada,
jamás conocida, jamás concebida,
calmas tormentas en mi cabeza, 
creas temblores y erupciones en mi cuerpo,
¿qué es tu magia?, ¿qué se siente morir?
¿por qué no te quedas quieta como el suelo en que descansas?
has destruído mil mundos con tu sonrisa,
y dejaste huerfanos docenas de poemas,
que nunca fueron nombrados, como eso,
que sientes y que no puedes maldecir,
que se desvanece entre tus lágrimas,
que crece en tu pecho y enráiza en tu bazo,
que te quita el aliento y que junta tus palmas,
que oras en silencio con el paraíso a tus pies
te toca en tu divinidad y llega desde el infierno;
gitana de las calles, precipicio fortuito,
basurero de ideales y cenicero decembrino,
fanatismo, inimaginable locura, abismo luminoso,
niña fluorescente, corteza irradiada, liquidación,
exterminación, extenuación espiritual,
palidez argentina de ternura carnal, 
arrozal donde solo barro seco y espigas rotas quedan,
apología a los ateos muertos, pandeada, pan de hada.



Ángel E. Ruiz Mora




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