miércoles, 9 de enero de 2013

Meseta.






Como envuelto en una gran lengua, 

fluye su hálito siempre al noreste,

se lleva el polvo y el recuerdo,


y trae consigo la melancolía,


y aunque el sol se coloque alto,


brillante y luminoso, solo está,


lejano y adormilado, a penas tibio.





Como ser tragado por un ojo-de-agua,


-cuentan que,


el espejo te jala y al fondo te lleva-


uno enredado en las hierbas del sino,


o en la maleza que se encuentra 

en la alta sima cuando no ha llovido:


El césped hace una reverencia a oriente,


otro sol que ha durado un instante.






Ángel Emmanuel Mora Ruiz.

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