viernes, 16 de marzo de 2012

Leteo nº1



Ya soñaba la golondrina al vuelo, con alas rotas,
centelleando perdida entre la multitud indiferente,
contemplaba hacia el cielo azul glaciar,
resguardada por altos colosos y voces dormidas,
son los siglos de voces en eco y alas en reposo,
resonando ventana tras ventana, 
llamando con la conciencia turbia al olvido,
pero allí estan, los hogares de la esperanza,
las hogueras de la nostalgia,
temerarias y altas torres de cantera, 
con un bosque multidiverso a sus pies;
pequeña golondrina no te dejes morir,
aquí no es lugar para sufrir,
ni dejar pasar entre vanos y claustros,
ni en los jardines de otoño perenne,
 que una fabia existencial se apodere de la fe,
o arrullar a la imaginación en los brazos del miedo,
ave herida, siente el poder de las maravillas,
el humilde polvo sobre los monumentos,
sobre las pestañas adormiladas de los héroes muertos y
de los poetas que con voz quieta, permanencen en silencio,
alza el vuelo de nuevo, y no temas al destino,
si el cielo es tu límite son las calles fantasía,
más alto nos verás y ya regresarás al suelo, 
aunque no sea tu nido recordarás el calor
que en miles de ocasos ocres y purpúreos,
 los muros de la historia te proveyeron,
nadie te abrazó golondrina, pero tus alas sanaron
por dar cobijo al asombro, al andar por precoces callejones
y hospedarte en la efímera memoria de mil corazones
monumentales, amantes encantados, 
hechizos petrificados de belleza inhumana,
gloria de los refugiados, como tú ave de infancia
renovada, eres un año más de polvo sobre mis
pestañas, que alzan la mirada y te ven arriba,
volando sobre los siglos de sueños incumplidos,
sueños de niños que juegan con el polvo de tus alas.

Ángel E. Mora Ruiz.

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