Lago Titicaca.
A mí me dijeron: Usted es indio,
piel prieta, pies de piedra,
usted es de Salta, de Néuquen,
piel prieta, pies de piedra,
usted es de Salta, de Néuquen,
de Tucumán, Catamarca, de Jujuy
o donde salmuera las rocas lloren...
Uno siente como pesan las tripas,
Uno siente como pesan las tripas,
cómo el polvo y la ceniza circulan
por las venas, haciendo lenta la marcha;
así lastima el hambre en las alturas,
cerca del cielo, donde nada más aguanta.
Se oye a la sierra llorar por dentro,
divino glaciar y puna infinita,
allá abajo suena un grito siniestro,
no hay nada que se escape a la vista
de los altos cerros de estirpe bendita.
Nada se espera de arriba, del cielo,
divino glaciar y puna infinita,
allá abajo suena un grito siniestro,
no hay nada que se escape a la vista
de los altos cerros de estirpe bendita.
Nada se espera de arriba, del cielo,
nada se recuerda sin el alimento,
un grano que se guarda con recelo,
y una bala que se pierde en el intento
de liberar la voz del firmamento...
Decían que ore al corazón del salar
donde está providente Pachamama.
Aquí uno vive de chicha y coca,
pues eso es lo que la mama flaca nos daba;
pues eso es lo que la mama flaca nos daba;
calma, los ojos del salado nos han de cuidar.
Yo no conocí de los buenos aires,
solo el rancio aliento de la arena;
no hay lamento en los Andes,
a respirar el cóndor nos enseña
no hay lamento en los Andes,
a respirar el cóndor nos enseña
entre huesos y rastros de otros tiempos.
Todos soñamos con volver a casa:
al lago donde flotan las llamas,
al lago donde flotan las llamas,
al desierto silente que calla cañones,
a las barrancas, palacios de los dioses,
o al suelo que recibe nuestras almas.
o al suelo que recibe nuestras almas.
Ángel E. Mora.
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