viernes, 16 de marzo de 2012

Leteo nº2



Huele a canela la casa de mi abuela,
 huele a manteca y a chiles güeros fritos,
cebolla picada y té de limón,
huele a recuerdos que salen por las ventanas altas 
de una sala bendita por las infusiones y ungüentos,
gruesos muros de adobe que se vuelven cenizas,
y que de ellos crece la mala yerba,
pa pasionaria y la achicoria.

Huele a pintura fresca, jabón en polvo y albahaca,
es mi abuelo en su huerta, en el patio de su casa,
risas que navegan entre estrellas rojas, 
fantasías entre botes de latón oxidados, 
y cubetas de plástico que se han prestado a macetas,
las campanas de la capilla, los pinos que se mecen
 silvando los relatos que se ocultan en el barrio,
veo desde la azotea los campos de alfalfa y col.

Cerca se siente noviembre, el viento sopla del este,
desciende de la sierra cargado de sollozos,
fantasmas arboreos deambulando 
por las ruidosas calles del centro,
éste es mi hogar -digo- la toritillería llora,
la carnicería cierra dejando el olor del chicharrón,
huele a tabaco porque ha llegado mi tia del trabajo,
huele a rosas "La curva", olor que llama a misa de seis.

Saboreamos los duraznos tardíos,
el aguamiel vespertino de las viejas vecinas,
las ancianas y sus mágicos cuentos del rancho,
entre nahuales y nopaleras imagino las acequias,
mis manos construyen corrales con polvo y tierra,
un poco de agua es un caudal, 
la piedras de la calle montañas,
la pelota que vuela tras un home run una estrella,
es la risa trémula de los ayeres que huelen lejanos.


Ángel E. Ruiz Mora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario